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Minería y la brecha de género: es tan difícil como lo imaginas, pero no imposible.

Si crees que esta puede ser una de las industrias con mayor brecha de género, estás en lo correcto. En el 2018 la presencia de mujeres en minería alcanzaba un 8%. Hoy, después de mucho trabajo y medidas concretas desde distintos frentes, ha subido a un 14%, dejándonos todavía mucho camino por recorrer. Pero ¿por qué se trata de una brecha tan grande y resistente? Y, ¿cómo podemos disminuirla? Hablamos con María Cristina Güell Escobar, Ingeniera Industrial en Minería con experiencia en el Ministerio de la Mujer y de la Minería, especialista en temas de género y, claro… ¡lo supimos todo!


Si bien es impreciso acotar todo a un hecho puntual, podemos partir de la siguiente base: hasta el año 1996, el Código del Trabajo prohibía estrictamente el ingreso de mujeres a minas subterráneas. Tal como lo leíste. Pero quizás lo que más impresiona es el motivo cultural subyacente, “para que la mina no se ponga celosa” nos contó Cristina. Pensaban que la entrada de una mujer podría causar derrumbes o alguna desgracia.


Con esta información podemos inferir la dimensión del trabajo cuesta arriba que significa acortar esta brecha. Y es que en espacios tan masculinizados, la resistencia a estos cambios es extremadamente fuerte. La falta histórica de presencia de mujeres y los mitos culturales dificultan enormemente considerar con seriedad a mujeres en los distintos cargos, a pesar de contar con todas las capacidades y experiencia requeridas. Quizás en otros tiempos, nos comentaba Cristina, se justificaba en el contexto del trabajo pesado y físico que requería de los mineros. Pero hoy la tecnología ha permitido superar ese obstáculo y los trabajos son en su mayoría remotos, con lo cual no existiría un motivo realista para no considerar a un hombre y una mujer en igualdad de condiciones, a excepción del sesgo de género.


Y si bien los tiempos están cambiando, estos procesos son muy lentos si se desarrollan de manera orgánica debido a la resistencia antes mencionada. Esto produce un gran estrés en la sociedad, que requiere cambios más rápidos y alineados con los nuevos valores adquiridos. En este sentido se pueden hacer muchas cosas: “se pueden desarrollar políticas específicas de equidad, así como iniciativas concretas enfocadas en atraer el talento femenino, que este se desarrolle dentro de la industria y finalmente logre obtener cargos de alta responsabilidad. Se hacen capacitaciones con enfoque de género a empresas y funcionarios, se ponen metas ambiciosas. Como en la empresa Australiana BHP. Ellos anunciaron públicamente que buscan un 50% de participación, lo cual da un empuje importante a toda la industria y de hecho tuvo efecto inmediato en la participación de mujeres, al tratarse de una empresa referente en el rubro”.


Sin embargo los desafíos son grandes, y si bien vemos que las empresas han ido avanzando en términos de equidad e inclusión, todavía hay una expectativa a nivel familiar y socio cultural de que es ella quien debe cumplir los roles domésticos y de cuidado en el hogar y núcleo familiar, lo que afecta su participación no sólo en minería, sino en todos los sectores laborales. La realidad es que Chile es el segundo país con mayor brecha de género en el sector laboral, dentro Latinoamérica, justo después de México.


Por eso esta tarea es responsabilidad de todos, y podemos aportar simplemente teniendo en cuenta la perspectiva de género al revisar CVs, en el trato con nuestros pares, en los roles implícitos que tenemos en nuestro imaginario e informándonos constantemente para seguir iluminando las situaciones de inequidad producto del género. Entonces, te desafiamos a que la próxima vez que te hablen de una persona que se dedica a la minería, quizás la puedas imaginar en género femenino.




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